miércoles, 5 de octubre de 2016

Colán: un viaje hacia la calma “encanto de Paita”

El primer templo cristiano construido en territorio de Sudamérica aporta una cuota de historia a la belleza que caracteriza a los paisajes de Colán, para hacer de este destino un verdadero paraíso para los turistas que buscan descanso y reparadora contemplación de la naturaleza.
Paita, ciudad bulliciosa, con gente que va y viene apurada y cuyas calles están invadidas, cuándo no, por las insufribles pero útiles mototaxis. Desde la ciudad de Piura, un bus nos contacta con esta bahía en casi una hora, en un cómodo recorrido por una vía asfaltada. Bahía histórica Llegamos a la una de la tarde. El hambre hace rato que despertó, pero hay tiempo para pasear por la placita acogedora, donde el chirriante amarillo de la fachada de la parroquia San Francisco contrasta con el cielo pintado de un celeste sereno. “Vayan a la otra calle; ahí está la iglesia más vieja, La Merced”. La voz ronca de un viejecillo que, plácido, descansa en una de las bancas, indica la callecita arrinconada en una esquina, entre cuyos techos irrumpe la puntiaguda torre de aquel tesoro.
Tranquilidad para el descanso, buena comida y una historia rica en personajes y anécdotas, además de gente amable, son algunos de los atributos más relevantes a la hora de elegir un destino para tomar unas vacaciones. Colán tiene eso y más, mucho más.
El templo de La Merced es como aquellos guerreros que se resisten a caer. A pesar de su estado, conserva su prestancia. “Es la iglesia más antigua de Paita”, comenta una robusta señora que vende refrescos al amparo de la sombra del viejo local de la aduana. Indagando, la construcción de la iglesia deviene en mediados del siglo XVI, lo cual la ubica como una de las más añejas de Piura. Dicen por ahí que será restaurada. La apacible caminata por el muelle, lleno de historias de corsarios, piratas y conquistadores, tentados por los tesoros que desde aquí se embarcaban hacia España, invita a degustar un almuerzo con pescadito fresco, mientras contemplamos las chalanas de pescadores que danzan despreocupadas sobre el vaivén de las aguas marinas. Saciada el hambre, enrumbamos al norte, a uno de los balnearios top de Piura: Colán espera. La idea no es, precisamente, pasear por la playa, no. En esta ruta hurgamos tras la historia. Y vaya sorpresa que encontramos, pues Colán guarda con celo uno de los templos cristianos más antiguos del Perú.
Aunque, de hecho, airearse en la playa siempre es bienvenido. La primera iglesia Veinte minutos al norte de la ciudad de Paita, algo más de 15 kilómetros sobre una seda de carretera y la inconfundible silueta del histórico santuario, avisa que llegamos a Colán. Acá, el sosiego enriquece la rutina diaria. El tablazo de esta parte de la costa se precipita hacia una inmensa pampa, que es lamida por un mar que rara vez se enfurece. Estoy absorto. Creo que no hay otra sensación posible frente a San Lucas, el primer templo cristiano ediicado en la costa suramericana. Más aún, al saber que todo el recinto se levanta sobre un adoratorio chimú y que los antiguos tallanes, señores de estas tierras, participaron en su construcción, presumo que obligados, allá por el siglo XVI, en los albores de la conquista. El sol vespertino cae oblicuo sobre el monumento, resaltando las texturas que forman los bloques de

Cultura y Naturaleza

- La capital de Colán es Pueblo Nuevo de Colán. En su templo principal destacan unas pinturas que lo han hecho famoso y que representan una variedad de escenas del panteón cristiano.
- Cuando esté en Paita, visite sus viejas casonas, evidencia de la opulencia que vivió otrora este rincón piurano.
- Destacan la casa Raygada y la antigua sede de la aduana, ambas ubicadas frente a la bahía.
- Si usted anochece en Paita en luna llena, entenderá la conocida frase “En la luna de Paita”: déjese abstraer por la hermosa visión desde la bahía.
- Desde la caleta La Islilla, a unos 20 kilómetros al sur de Paita, se puede realizar una visita rápida a la isla Foca, un lugar de rica biodiversidad.
piedra marina con los que está edificado. Si por fuera sorprende, por dentro el templo sencillamente asombra. Veinte columnas de madera nicaragüense sostienen el descomunal techo a dos aguas revestido con totora. Al fondo, el altar mayor, la joya principal, muestra con desparpajo su retorcido y bello estilo barroco, bañado en pan de oro, donde destacan no solo las figuras y columnas, sino también el tabernáculo con el escudo nobiliario de los Habsburgo, que reinaran España en aquellos lejanos siglos. Todo el santuario, declarado Patrimonio Cultural de la Nación, está restaurado y si bien la segunda torre quedó en el olvido, por obra y gracia de los terremotos e inundaciones, lo que apreciamos hoy es la obra casi tal cual se veía en épocas antiguas. Un verdadero privilegio que agradecemos a los involucrados en este delicado proceso. Casi las cinco de la tarde, el sol ya se apresta a descansar. Pero hay tiempo para meditar frente al mar, aprovechando el atardecer que está por comenzar. La ventisca levanta la arena, envolviendo todo en nubarrones dorados y meciendo las palmeras que se regodean. Poesía marina invitando a la relajación. Ya habrá momento para el chapuzón. Por ahora, solo déjenme contemplar este delicioso mar, un mar de historia llamado Colán.

Datos útiles

➔ Para llegar a Colán desde la capital, haga la ruta Lima-Piura por vía aérea: una hora y media de vuelo.
➔ Si prefiere viajar por tierra, el recorrido la tomará 18 horas, aproximadamente. Desde Piura, hay servicio de buses hacia Paita, en casi una hora de recorrido. De Paita los colectivos llevan a Colán en 20 minutos.
➔ No se olvide de llevar ropa ligera y un buen bloqueador solar. Toda la región Piura se caracteriza por su clima caluroso y soleado.

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